1.11.2011

A.veces.las.largas.distancias.ayudan.

No sé que tengo realmente en la cabeza, un día ya no quiero verle mas y al siguiente tengo que saber de él. Tal vez sólo sea costumbre o amor pero todo de aquella persona me ha marcado hasta el fondo. Si emprendí un viaje que me ayudó a pensar ciertas cosas y a que mi mente se disipara unos días de tanto enredos absurdos y tontos de una jovencita que está encerrada en un laberinto. Respirar el aire puro, ver el cielo azul, pasear con mi familia lejos de la ciudad, sentir el calor de otra zona llena de tranquilidad y darme cuenta que me ayudaba a sentirme despejada de todos mis locuras.
Hasta ahí todo bien pero algunas veces no podía dejar que contestarle los mensajes que me llegaban al celular, era inevitable no querer comunicarme con él siquiera de esa manera, así que nos mensajeabamos de vez en cuando contándole mis aventuras por un sitio lejano. La otra persona estaba casi todos los días alejado de mí sin saber que contarle exactamente pero también recordando lo que había pasado. Los días se me hicieron cortos y largos a la vez, hubo un momento que quería quedarme ayá mucho mas tiempo de lo previsto pero como siempre dicen "nada dura para siempre" y el viaje fue tan corto como respirar.
No negaré que el viaje me hizo sentir mejor aunque eso no resuelve mis problemas, quiero que la vida me de mas pistas para saber que hacer porque aquí la niña tiene cabeza de caramelo agridulce.

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